domingo, 12 de septiembre de 2010

Razón & Corazón

Eran las cinco de la tarde y en aquel pequeño bar se encontraron la señora Razón y el señor Corazón a tomar un café. Se debían una charla desde hacía rato y ya era hora de que la tuvieran. El tema esta vez era decidir cómo debía deshacerse de todo lo que sentía una chica cuyo amor no era correspondido.
Razón, siempre tan estructurada y cerrada, incluso a veces cruel, propuso que junte todos aquellos sentimientos, los haga un bollo y los tire al tacho de la basura.
Corazón, sensible como pocos, quizá debido a las tantas heridas que todavía no se le habían cicatrizado del todo, se negó rotundamente. Era totalmente imposible e injusto darle ese final ya que a la basura va a parar todo aquello que no sirve para nada y este no era el caso. Tantos momentos, tantos detalles, tantos recuerdos, tantos errores...no eran inútiles...de lo bueno se aprende, pero de lo malo mucho más.
Razón quedó sin respuesta e inmediatamente empezó a buscar otra opción. “Pongamos todo en una caja, se la cierra y listo. Problema solucionado.” Una gran carcajada se escuchó. Por supuesto, era de Corazón. Sabía muy bien que eso era una locura...si bien ella pondría todo junto y de una vez en una caja...cómo haría para cerrarla?...mejor dicho, cómo haría para cerrarla y no volverla a abrir?
Razón comenzaba a alterarse. Siempre sucedía lo mismo cuando debatía con Corazón...es más, rara vez se ponían de acuerdo.
“Entonces que tire la caja al mar” insistió.
Corazón sonrió pensando en la poca habilidad de Razón para hallar respuestas(aunque él tampoco era mucho mejor que ella) y le contestó, mientras sentía satisfacción por dejarla sin palabras una vez más, que el mar hubiera sido una buena idea si no fuera porque éste tenía olas, que después de muchas idas y vueltas, acababa por traer de nuevo la caja a la orilla y con ella, todos los recuerdos.
La paciencia de Razón llegó a su límite. Se levantó de la mesa y le dijo: “si no aportás vos una propuesta que sirva yo me voy”.
Esta vez fue Corazón quien se quedó callado y pensativo. Estaba acostumbrado a que siempre terminen haciéndole caso a Razón y por eso criticaba tanto sus comentarios porque sabía que el único perjudicado siempre terminaba siendo él, se llegara a la conclusión a la que se llegara.
Pero ya no había más alternativas, habían vuelto al punto de partida, el asunto seguía igual...
El café ya está frío y allí siguen en silencio pensando, esperando a que yo me decida a darle un final a esta historia...
Aunqe aun no se lo daré porque TE SIGO QUERIENDO igual qe ayer.

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