Sabíamos no decirnos nada.
Conservando en apariencia,
una amistad consolidada.
Sabíamos no exigirnos mucho.
Hola. ¿Qué hacés?,
convidame un pucho,
que me tenés abandonada.
Vos con tu mochila a cuestas.
Yo con la excusa perfecta,
para charlar de pavadas.
Nos hizo un guiño san telmo,
un poco de humo en el medio,
y enloquecieron las miradas.
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